Fragmento y comentario del texto: El mito individual del neurótico. Lacan, J. (1953). Buenos Aires: Paidós. 2010, p. 22
“Como Freud lo subrayó siempre, cada caso debe ser estudiado en su particularidad, exactamente como si ignorásemos todo de la teoría.”
Comentario:
Probablemente lo que llamamos “clínica” era algo tomado mucho más seriamente cuando no se creía haber llegado a puertos seguros. El ideal de cientificidad y la estandarización de las clasificaciones y las técnicas se nos presentan hoy como las más notables “seguridades” de nuestro tiempo. Por esa vía se ha llegado a tanto como prescindir del saber de la persona que sufre, aquella que, por cierto, es la única que puede ponernos al tanto de lo más íntimo de su malestar y su historia. Es cierto que todo parece marchar más rápido con los métodos actuales, y que los discursos son tanto más esperanzadores siempre que el profesional se muestra henchido de seguridades acerca de los diagnósticos, los tratamientos y los pronósticos. De hecho, es esa aparente seguridad, en esos tres aspectos específicos, lo que brinda cierto aire de cientificidad que muchos no dudan en ostentar mientras desprecian el caso particular que la persona encarna.
Sin embargo, en la clínica, como en la ciencia, no hay nada evidente. De hecho, suponer que un axioma, como base de una teoría, es una verdad evidente, nos pondría en posición de necedad y desconocimiento, pues, como bien pudo demostrarlo Poincaré, un axioma no es más que una definición encubierta bajo la apariencia de una obviedad. Por tanto, comprender demasiado pronto, amparándose en lo que se presenta como evidente, implica el abandono de toda rigurosidad. Lo que, por cierto, no se soluciona con la estandarización de ningún método o procedimiento. Si se indaga lo suficiente, es posible hallar que, en no pocas ocasiones, la estandarización sirve más al ocultamiento de la impotencia y la necedad, que al descubrimiento de algún saber que valga la pena.
Por tanto, en el psicoanálisis, práctica que no se ocupa de la evidencia, el valor del caso se presenta cuando interroga lo que parece evidente. Las evidencias no prueban el caso. Por el contrario, ellas servirán para silenciar, tanto en la persona que sufre como en el clínico, la angustia que conlleva enfrentarse a la incertidumbre y al encuentro con un saber inédito. Esto pone al psicoanálisis en una cierta oposición, no solamente con otras clínicas relacionadas con el sufrimiento humano, sino también con el derecho, pues las dos últimas requieren de la recolección de las evidencias que permitan probar un caso. En la práctica psicoanalítica, por otra parte, requerimos de la particularidad del caso para interrogar las evidencias.
John James Gómez G.