viernes, 6 de septiembre de 2019

Fragmento del texto: El psicoanálisis y su enseñanza. Lacan, J. (2008). En: Escritos 1. Argentina: Siglo Veintiuno Editores, 2ª ed., pág. 147. [Segunda parte del comentario]


El hecho de llenarse la boca con la palabra “científico”, y aun con la palabra “biológico”, que están, como todas las palabras, al alcance de todas las bocas, no les hace ganar un solo punto más en ese camino, ni siquiera a los ojos de los psiquiatras, a quienes su fuero interno no deja de avisarles sobre el alcance del uso que hacen ellos mismos de estas palabras en gestiones igualmente inciertas.


Comentario:

A fin de sostener las pretensiones científicas en su sentido más arcaico, abundan las falacias técnicas y clínicas cuando se trata del estudio de ese enigmático objeto denominado psykhé, el cual parece quemar las manos de quien se atreve a indagarlo, evitando que alguien logre asirlo de manera certera. Algunas de esas falacias consisten en sostener la equivalencia deliberada e injustificada entre fenómenos biológicos y fenómenos psíquicos. 

Para nombrar solo algunos ejemplos de ello, consideremos la confusión que se produce cuando se toman las imágenes resultantes del escaneo cerebral durante el dormir y se usan como explicación de la actividad del soñar. Se trata de dos cosas, que aunque guardan relación, no son equivalentes. La primera se trata de la traducción que una máquina hace, en imágenes, de los procesos electroquímicos del cerebro. La segunda, de la traducción que una persona puede hacer de las imágenes con que sueña, en palabras que dan cuenta del contenido y el sentido de sus sueños. Resulta innegable que existe una actividad cerebral necesaria para que podamos soñar. La falacia está en suponer que la actividad cerebral explica el contenido con el que cada cual, de acuerdo con su experiencia, sueña. Por esa vía se aplasta la subjetividad con el peso de las imágenes producidas por una máquina que opera con ondas electromagnéticas y que está imposibilitada para dar cuenta del sentido subjetivo del sueño. 

Otro ejemplo lo encontramos en los saltos, inexplicables, que se dan alegremente desde las formas en que se manifiestan ciertas lógicas culturales hasta las interpretaciones que explican esas lógicas por vía de la transmisión genética. Investigaciones de ese estilo abundan; pueden constatarlo. En ocasiones, hay quienes llegan a tanto como sostener que las diferencias en el acceso que un hombre y una mujer tienen a ciertos goces y a ciertos ámbitos, por ejemplo, laborales, dependen de las condiciones biológicas de cada uno, lo que haría que algunas labores sean "antinaturales" y otras "connaturales" para unos u otros. Entonces, se confunde la transmisión cultural con la transmisión genética, y se le justifica con el uso irresponsable que algunos “eminentes científicos” hacen de la estadística. Que un fenómeno aparezca estadísticamente asociado a otro con cierta frecuencia, no implica una causalidad biológica; dicho de otra manera, las relaciones significativas a nivel estadístico no son marcadores genéticos. No obstante, siempre hay quien, en un acto de fe ciega, se entregue a la defensa de estas y otras falacias. 

John James Gómez G.  

1 comentario:

  1. En el primer párrafo del comentario está escrito "pretenciones", que me parece no es válido para referirse a "pretensiones".

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¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

 “Se abre paso la vida con la misma terquedad con la que una plantita minúscula es capaz de rajar el suelo de hormigón para sacar la cabeza....