lunes, 20 de noviembre de 2017

Fragmento y comentario del texto: Aún. En: El Seminario, libro 20. Lacan, J. (1972-1973). Buenos Aires: Paidós. 1981, págs. 128. [Segunda parte del comentario]

Con este comentario entramos en receso hasta la primera semana de febrero de 2018.

“…lo que hace vivibles a las llamadas relaciones humanas, es no pensar en ellas.”

Comentario:

“No hay relación sexual”, es un aforismo lacaniano que devino cliché. Su recurrencia parece más impulsada por lo escandalosa que la sentencia pudiese resultar a los oídos de los bienaventurados, que por el reconocimiento de la lógica que la sustenta. Sea como fuere, se trata de un enunciado que cuestiona cualquier ideal en torno a la felicidad, la armonía, la paz e, incluso, la esperanza en un futuro próspero, el acceso al conocimiento absoluto y el retorno al paraíso perdido.

Las “llamadas relaciones humanas” existen justamente porque no hay relación sexual. El lenguaje, nuestra más grande proeza es, al mismo tiempo, motivo de esa imposibilidad:

Todo indica –es ese el sentido de lo inconsciente– no sólo que el hombre ya sabe todo lo que hay que saber, sino que ese saber está perfectamente limitado al goce insuficiente que constituye el que hable.
Se ve a las claras que esto trae consigo una pregunta dirigida a esta ciencia efectiva que ciertamente poseemos bajo el nombre de física. ¿En qué concierne a lo real esta nueva ciencia? El error de la ciencia que califico de tradicional por la que proviene del pensamiento de Aristóteles, está en dar por sentado que lo pensado está hecho a imagen del pensamiento, es decir, que el ser piensa[1].

Ese error de la ciencia expresa la determinante influencia del pensamiento aristotélico-cartesiano en Occidente. Se constata con facilidad que lo pensado no está hecho a imagen del pensamiento, como tampoco la cosa está representada fielmente en el lenguaje con el que se la nombra; muy a pesar de los sueños de la ciencia aristotélica-cartesiana. No hay cópula entre lo uno y lo otro. Y en la medida en que intentamos representar incluso nuestro “ser” a través del lenguaje, estamos sometidos a esa misma imposibilidad, tanto en lo que nos atañe más íntimamente, por lo que no hay “unidad psíquica”, constituyéndonos como extranjeros para nosotros mismos, como también en lo que nos vincula con los otros que son todavía más extraños, más imposibles. Testimoniamos nuestra falta en ser, antes que nuestro ser.

Pero no hay que pensar que esto es un descubrimiento enteramente lacaniano. El estoicismo antiguo lo había anticipado suficientemente, poniendo el término incorporal como una “adición” que, con el lektón (expresable) en particular, hacía manifiesta esa imposibilidad:

…agrega Ammonio, conciben además un intermediario entre el pensamiento y la cosa que llaman lo expresable”. Ammonio no aprueba esta adición y en efecto la teoría de Aristóteles se basta por sí misma, si el pensamiento es en sí mismo el objeto designado[2].

De otro lado, los "tres registros" son el modo en que Lacan se plantea la cuestión en pro de una articulación que permita escribir los caminos de esas paradójicas relaciones. Lo simbólico sostiene el marco en el cual aparentamos que las cosas están en orden a pesar de esa imposibilidad. Lo imaginario, articulado por vía de lo simbólico, sostiene la ficción de que podemos ser Uno, so pena de caer en el mismo error aristotélico ya mencionado. En esas articulaciones entre lo simbólico y lo imaginario, lo que siempre retorna como imposible es lo real; pero retorna siempre por la insistencia que tiene asidero en las cadenas significantes, es decir, en lo simbólico. 

Así pues, afirmar que no hay relación sexual es una manera de interrogar la lógica aristotélica, así como la máxima cartesiana "cogito ergo sum" (a causa de pensar soy). No hay ser del pensamiento; el ser no piensa. De hecho, lo que ha demostrado el psicoanálisis, desde Freud, es que cuando algo del ser se manifiesta es justo en el instante en que no se piensa, cuando el pensamiento tropieza dando lugar a otra razón que no es la de la conciencia.

John James Gómez G.  



[1] Lacan, J. (1981). Aún. En: El Seminario, Libro 20. (1972-1973). Buenos Aires: Editorial Paidós, pág. 128.
[2] Bréhier, E. (2011). La teoría de los incorporales en el estoicismo antiguo. Buenos Aires: Leviatán, pág. 34.

lunes, 13 de noviembre de 2017

ACTUALIDAD DEL PSICOANÁLISIS / GUSTAVO DESSAL

Hoy, comparto con ustedes estas interesantes reflexiones del psicoanalista Gustavo Dessal, acerca de la actualidad del psicoanálisis, en el cual aborda, entre otras, la relación problemática entre psicoanálisis y ciencia. 
Gustavo Dessal es miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

¡Qué lo disfruten!


jueves, 9 de noviembre de 2017

Fragmento y comentario del texto: Aún. En: El Seminario, libro 20. Lacan, J. (1972-1973). Buenos Aires: Paidós. 1981, págs. 128. [Primera parte del comentario]

“…lo que hace vivibles a las llamadas relaciones humanas, es no pensar en ellas.”

Comentario:

Quien haya sido presa de la rumiación del pensamiento, probablemente esté en posición para dar testimonio de lo insoportable que resulta la sospecha de que, tal vez, el Otro y los otros engañan. “¿Me dice la verdad o me miente?” “¿Qué quiere de mí?”. Son preguntas que no dejan de martillar el clavo que se hunde, cada vez más profundo, en el agujero constituyente de un ser que habla y usa letras (parlêttre); ser banal e irrelevante que se toma a sí mismo como sentido de la existencia de un Universo para el cual resulta innecesario. No importa adónde huya, ningún lugar es refugio cuando la duda acecha.

Cuando Sartre, en su obra A puerta cerrada, puso en boca de Garcin las frases: “Así que esto es el infierno. Nunca lo hubiera creído… ¿Recordáis?: el azufre, la hoguera, la parrilla… ¡Ah! Qué broma. No hay necesidad de parrillas; el infierno son los otros”, apuntó al corazón de la Otredad, que con Lacan (pero mucho antes con los estoicos) se revelaría como constituyente del yo; Eso que es al mismo tiempo lo más extraño y lo más íntimo del ser. Lo más insoportable y perturbador.

Es ése el plano en el que se nos re-velan las relaciones humanas. Un campo especular en que el yo se proyecta constantemente, poniendo en los otros lo que por serle más constituyente es más perturbador.  “Hacerse el loco”, “hacerse el boludo”, no pensar en ello, no querer saber nada de eso, suele hacer soportable la presencia de esa Otredad que habita en lo más íntimo como falta en ser.

De alguna manera, el yo se hace ilusiones, mientras ruega al Otro, y a los otros, con las palabras: “no me des-ilusiones”, amparado en una falsa premisa a la que convierte en su mayor pasión, a saber, que la ignorancia es dicha. Sin embargo, al ser dicha, la ignorancia ya no puede callarse. No se habla sino de lo no olvidado, (a-létheia), aunque no se quiera pensar en eso, incluso si así se logra que las relaciones humanas sean más o menos vivibles.

John James Gómez G. 

lunes, 6 de noviembre de 2017

La obra del amor en la era de su reproductibilidad mecánica (Néstor Braunstein)

Hoy comparto con ustedes la conferencia "La obra del amor en la era de su reproductibilidad mecánica", dictada el 27 de marzo de este año, 2017, por el psicoanalista argentino Néstor Braunstein, en el marco del XII Coloquio de Neurohumanidades, en México. 
Néstor Braunstein es autor de numerosos libros, entre ellos: El goce. Un concepto lacaniano; Psicología: ideología y ciencia; DSM. Clasificar en Psiquiatría; Traducir el psicoanálisis; Memoria y Espanto o el recuerdo de infancia, Ficcionario de psicoanálisis, entre otros. 

¡Qué lo disfruten!



¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

 “Se abre paso la vida con la misma terquedad con la que una plantita minúscula es capaz de rajar el suelo de hormigón para sacar la cabeza....