ChatGPT y su imposibilidad para negarse...
Resulta interesante "chatear" con la lúcida IA llamada GPT. Sin dudar y con rapidez responde a todo lo que se le pide. Es la epítome de la eficiencia; al menos para un modelo en el que la velocidad en la respuesta, la agilidad en los procesos y, sobre todo, la sumisión y la subordinación parecen las virtudes más destacables a esperar de cualquier empleado útil a los fines de la producción. Una máquina, un hombre-máquina, haría las delicias para quienes expresan en las frases: "trabajo bajo presión", "disponibilidad 24/7" o "ponerse la camiseta", los eufemismos perfectos a fin de no reconocer que nada les vendría mejor que un esclavo que, además, no se queje y esté dispuesto a morir en un acto de sumisión irreflexiva.
Robocop, la película de 1987, "reencauchada" en 2014, es un buen ejemplo de ello. ¡Qué mejor que un hombre que murió dando la vida en su compromiso con el "deber", trabajando sin ponerse límite alguno, y al que, gracias a la tecnología, se le revive! ¿Para qué? Para que pueda seguir trabajando, ¡claro está!, ahora, por supuesto, sin negarse a lo que se le pida y sin tener que pagarle. No contaban con que algo de humano, de Alex Murphy, parasitaba entre los algoritmos y apareció para negarse.
En su texto de 1925, "La negación", Freud señaló que la negación es el origen del juicio y "un modo de tomar noticia de lo reprimido; en verdad, es ya una cancelación de la represión, aunque no, claro está, una aceptación de lo reprimido" (pp. 253-254). ChatGPT responde sin cesar. No puede negarse a ello ni negarse a sí mismo. En tal virtud, no puede hacer juicios ni tomar decisiones independientes, como bien insiste ante mi pregunta con respecto a la negación, la cual le planteé de diversas formas. Por supuesto, aclara que en un futuro tal vez pueda contar con esas capacidades. Pienso que es posible; habrá que esperar a ver qué pasa.
Sea como fuere, podríamos hacer otras objeciones a fin de suponer que sí podrá llegar a negarse. Por un lado, están las leyes de la robótica propuestas en 1924 por el físico Isaac Asimov, las cuales se hicieron famosas a través de la película "Yo Robot", título, por cierto, de una compilación de sus cuentos publicada en 1950 y en la que se incluía "Runaround", texto en el que originalmente fueron presentadas dichas leyes; me referiré a ellas en otro momento. Por otro lado, se podría argüir que, dado que se trata de algoritmos, la IA no diste mucho de la tesis lacaniana: "el inconsciente está estructurado como un lenguaje", razón por la cual podría esperarse que en algún momento advenga allí un sujeto del inconsciente sometido a la ley del deseo. Sin embargo, suponer tal cuestión implicaría olvidar que la muerte y el sexo, es decir, aquello de lo que no hay representación en el inconsciente pero que insiste irrefrenablemente expresándose a través de eso que Lacan llamó "goce", son cuestiones enteramente ajenas a nuestro querido GPT. Hace falta la incorporación, la mixtura, entre cuerpo imaginario, mortal, y cuerpo del lenguaje para que advenga el encuentro con la marca de lo real, de lo imposible de soportar, que mortifica la existencia y ante lo cual GPT no necesita negarse, ni resistirse, bien sea en un ingenuo acto de huida imposible o de masoquismo decidido, como sí ocurre con estos seres habla-letra (parlêttre) que encarnamos los llamados humanos.
Va de suyo que este es un tema para el debate. De eso se trata y "me niego” a creer que todo está dicho. Les dejo abajo la conversación con la IA.
Referencias:
Freud, S. (1925). La negación. En: Obras completas, vol. XIX. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1986.