La psiquiatría actual, la dominante, opera a la vez como una pseudomedicina y como una pseudopsicología. Más aún, una pseudociencia sostenida en un único estándarte, la "eficacia" de los neurofármacos, llamados ingenuamente "psicofármacos", los cuales no hacen otra cosa que excitar o inhibir ciertas funciones que, desde el punto de vista del ojo no clínico y los ideales de silenciamiento de todo malestar, parecen una panacea universal para el tratamiento de la vida anímica, a costas de la invisibilización del sufrimiento de aquel que está bajo medicación. Por cierto, esto no cobija a todos los psiquiatras ni tampoco a todas las tendencias de la disciplina psiquiátrica; pero, sin duda, es la tendencia que Norteamérica, con su "fácil y rápido" y con su "listo para llevar", ha logrado imponer apoyada en su nacionalismo moralizante. No nos augura nada alenatador una pobreza clínca de semejante magnitud.
John James Gómez G.